Cuando ves una película de Peter Greenaway, está claro que habrá varios escenarios que constatar: uno que te salgas del cine a medio filme, escandalizado por la constante desnudez o el uso de la sexualidad o algún recurso que generará controversia; o dos, seguramente podría ocurrir que te quedes todo el filme y aprecies el esforzado trabajo en la edición y en los contrastes teatrales o simplemente salgas sin entender nada.

Y esto no es nuevo en Greenaway, un director que ha marcado la polémica desde El Cocinero, El Ladrón, Su Esposa y Su Amante con esa polémica escena de canibalismo, Los Libros de Próspero, un monólogo con una edición hermosa y una exagerada cantidad de desnudos o El Libro de Cabecera, su filme mas conocido donde exploramos la sexualidad, los fetiches, la violencia y ese estilo de edición que se volvería la firma de Greenaway.

Ahora vemos a un Greenaway que viaja a México y hace una producción internacional llamada Eisenstein en Guanajuato donde combina el talento del actor finlandés Elmer Bäck, los mexicanos Luis Alberti (Carmín Tropical), Lisa Owen (Los Insolitos Peces Gato) y Maya Zapata (Soy tu Fan) asi como la ciudad de Guanajuato y la cultura mexicana como inesperados protagonistas.

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Eisenstein y Palomino, un director ruso perdido y su guía mexicano.

La película cuenta a su manera un periodo de diez días en donde Serguei Eisenstein, el director soviético conocido por El Acorazado Potemkin, está en un largo viaje en México, intentando filmar su fallido filme Que Viva México. En su parada en Guanajuato, tendrá la oportunidad de conocer mucho de la cultura mexicana, pero también explorará el tema de la muerte, en el que le sorprende la forma en que los mexicanos la tomamos, y el tema del sexo, que por cierto, será frecuente y polémico, al grado que escandalizará a muchos.

Hay varios rasgos en esta película que son inconfundibles, esos plano secuencia donde Greenaway triplica las tomas, inserta imágenes que aparecen de forma pasajera en un lado y otro como cuando haces una presentación de diapositivas y te diviertes con la forma de hacer cada cambio, el impresionante trabajo de la cámara que resalta en las tomas hechas en los túneles de Guanajuato y en el Museo de las Momias y el uso innegable de una banda sonora donde resalta el uso de El Baile de los Caballeros de Sergei Prokofiev, pero también el uso de coplas mexicanas y canciones infantiles.

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Guanajuato será el fondo de una historia de muerte y deseo.

También ese constante equilibrio que Greenaway busca sostener entre los personajes en pantalla y la escenografía, esas tomas en el hotel donde los fondos son usados, no solo para resaltar el decorado del lugar sino para agregar de pronto fondos inesperados, efectos que funcionan de la manera adecuada e incluso aprovechar el recurso de la toma giratoria para dar escenas que terminan resaltando la ansiedad de una discusión y meternos en el estrés que los personajes están involucrados.

Pero cuando llega la escena polémica, es cuando realmente te das cuenta que el público que ve a Greenaway se divide rápidamente: los que se salen del cine, los que no entienden por qué está esa escena y los que saben muy bien que están viendo una película donde cualquier cosa, incluso las mas repugnantes a los ojos normales, son comunes en las cintas del director británico.

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Si estás hablando de muerte en México, no podemos descartar que haya una celebración del Día de Muertos.

Mas todo tiene un leit motiv y la exploración del personaje de Eisenstein, una versión muy personal de Greenaway, quien ignora por completo su identidad sexual y su razón de continuar filmando en un pais extraño, contrasta muy bien con la seguridad del personaje de Palomino (Alberti), un hombre que es no solo un guía en el viaje físico de Greenaway, sino también tiene la firmeza de llevarlo a conocer el mundo de los muertos y los encantos de la lujuria sin tener un solo dejo de resistencia actoral ni un estereotipo que haga fácil masticar a su personaje.

Esta claro que esta película no es para cualquier cinéfilo. Si no han visto una cinta de Greenaway, necesitarán ver alguna de sus producciones anteriores para entender y tolerar lo que tendrán enfrente. Una comprensión del deseo de Greenaway de realizar una pintura con sus películas, que son provocativas y que carecen de inhibiciones que el cinéfilo normal, necesita para masticar su temática de sexo y muerte.

Eisenstein en Guanajuato es una cinta de arte y, como tal, se tiene que ver con la calma que implica. No es una producción comercial y es una producción que requiere una mente muy abierta para entender.