Ghostbusters_logoAllá por los años 80 se estrenó una película que pronto se convirtió en un hito de la cultura pop. Vista al día de hoy, resulta bastante cheesy y raunchy, pero divertida. Sus personajes principales representaban de alguna forma la proyección que el director Ivan Reitman tenía de la masculinidad: el Dr. Peter Venkman, un personaje intesado y controlador, un misógino hecho y derecho; el Dr. Raymond Stantz, la parte razonable del equipo, y el Dr. Egon Spengler, el científico superinteligente que formulaba las deducciones más alocadas (y acertadas), formaron parte de team inicial, a quien se uniría más adelante Winston Zeddmore, un caballero de origen afroamericano.

La cinta, Ghostbusters, había sido un éxito en taquilla, y comercialmente generó miles de artículos de memorabilia, desde stickers hasta juguetes, además de una secuela, videojuegos, juegos de rol y series animadas, entre otras. El tema principal sonaba en la radio constantemente. Tuve la oportunidad de verla en cine cuando contaba con escasos ocho años de edad y me encantó, al grado de que ese año no tuve libreta que tuviera al menos un sticker del logo y el Ecto-1 entre mi colección de carros de juguete.

Como es natural, tiempo después tuve varias oportunidades para verla nuevamente -ahora sí, en inglés-, y salvo algunos diálogos que me parecieron subidos de tono, para mí sigue siendo la cinta memorable de mi infancia y una de las mejores cien de su género.

Por lo tanto, cuando anunciaron que estaba por venir un reboot de la franquicia, veía como indispensable que se apegaran a la historia original. El cambio de género de los personajes principales no me pareció per se escandaloso, pero me preocupaba que fuera dirigida por Paul Feig, quien se ha caracterizado en producir cintas con un toque feminista (Spy: una espía despistada, Damas en Guerra, Chicas armadas y peligrosas). Siendo la original tan proclive al machismo, sólo se podía esperar una polarización de lo visto.

Pero antes de expresar mi opinión debemos preguntarnos ¿qué es Cazafantasmas de 2016?

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Ni los poderes unidos de McKinnon, McCarthy y Wiig podían salvar a Cazafantasmas de ser… ¡mediocre!

Erin Gilbert (Kristen Wiig) comienza a tener problemas en su trabajo, y prevee que vendrán otros debido a su relación pasada con Abby Yates (Melissa McCarthy). Intentando concretar la desaparición de un polémico libro, se verá inmiscuida en una cacería de fantasmas junto a Abby y Jillian Holtzmann (Kate McKinnon), en la cual resurge su espíritu investigador de lo paranormal, pero a costa de su empleo. Cuando piensa que no todo está perdido, que puede unirse al staff de la Dra. Yates, todo el equipo es echado de la universidad por considerar su área de investigación innecesaria. El equipo saca lo mejor de sí intentando crear una empresa para continuar con el estudio de lo paranormal, terminando en el segundo piso de un restaurante chino por falta de presupuesto. Poco después se integrarán al team el «secretario» Kevin (Chris Hemsworth) y Patty Tolan (Leslie Jones), y así es como se formarán las Cazafantasmas.

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Si cazar fantasmas no paga lo suficiente, podían alquilarse como el show intermedio de cualquier banda de rock.
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Las escenas de acción no son del todo malas. El problema viene cuando -para darle solución al conflicto- la respuesta viene tan fácil que parece sacada de la manga.

Primero que nada, hay que señalar que las elipses están muy mal aplicadas en la generalidad de la historia. El inicio, aunque nos va presentando a los personajes, es muy aburrido y demasiado descriptivo para mi gusto. Tiempo después, la historia comienza a acelerar a raíz de ciertos eventos en los que comenzará a inmiscuirse el equipo, pero no lo hace de forma razonable. Y es que se entiende que es poco lo que tienen, y casi por arte de magia, pareciera que hubieran heredado una fortuna que les permite adquirir equipo que contiene elementos radioactivos… pero que no pueden alquilar el mismo edificio en donde tuvieron lugar varias escenas de la cinta original (me pregunto si Feig sabe cuánto cuesta un gramo de plutonio).

Por otra parte, los personajes carecen de carisma y verosimilitud. Si bien lo segundo es importante, lo primero es imprescindible. Si vas a contar una historia de fantasmas, lo mejor es que me lo crea, pero si no me lo puedo creer, al menos déjame empatizar con los personajes. Esto resulta imposible cuando todos ellos son personajes cliché, transportados de lo masculino a lo femenino y viceversa, en donde vemos a una Melissa McCarthy que luce por sus chistes comédicos feministas, una Kate McKinnon cuyo personaje es un chiste per se (con todas esas insinuaciones lésbicas) y una Patty Tolan que desluce por completo, con un personaje que en su origen pretende incluir al afroamericano, pero que en sí mismo tiene un antecedente que no se puede calificar de otra forma sino racista.

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Chris Hemsworth queda reducido al papel de un «secretario» guapo y sin cerebro, hasta que es poseído por un un espíritu maligno.

El guión, en lo general, es intragable, ya sea porque trata de ofrecernos referencias a las cintas pasadas o porque se apoya directamente en el contenido de ambas, sino también por el discurso ya antes mencionado, por los chistes escatológicos que en un personaje masculino no suena tan acentuadamente violento (cosa de costumbres), o el mismo origen del conflicto que está muy poco fundamentado y cuyo desenlace adolece del mismo síndrome de «me lo saque de la manga». Uno no se puede quejar demasiado de los efectos especiales, a no ser porque muchos de los fantasmas tienen apariencias que rayan en lo burtiniano, o de la misma banda sonora, que no está tan mal forjada pero que no puede competir con la original ni de broma.

De lejos más triste de la cinta es, precisamente esos excesos en los que cae el director para introducir el discurso reinvindicatorio a las mujeres, convirtiéndola en una cinta que ataca a la masculinidad, una cinta que no se presta para llevar a los nenes a las salas cinematográficas. En Cazafantasmas, los personajes masculinos son estúpidos, cobardes, inútiles o malvados, se convierte en un mal chiste para una generación que amó una cinta conformada por un grupo de actores a los que no olvidaremos, de quienes podemos decir que sus cameos en esta nueva no son particularmente brillantes. Bill Murray tiene el papel de un investigador escéptico, que al final es atacado por un espectro, y Sigourney Weaver aparece como la profesora de Abby Yates. Nada especial, en realidad, y por lo único que valdría la pena recomendarla, aunque sea para verla en casa.

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