Antes del 2011, el apellido Hemsworth era poco común, pero tras el éxito de una chick-flick llamada The Last Song donde compartiría el estelar con Miley Cyrus, la carrera de Liam Hemsworth ha ganado posición en Hollywood y, aunque en los últimos años, ha quedado bajo la sombra de su hermano Chris y de los chismorreos de su relación con la cantante más escandalosa del momento, Liam Hemsworth ha intentado desesperadamente poner su nombre en éxitos taquilleros.

Y queda definido que el mayor error de Traición al Límite fue hacer que esta cinta girara sobre Hemsworth, pese a contar con dos actores de renombre como lo son Harrison Ford y Gary Oldman, un bombón inexpresivo como Amber Heard, un desperdiciado Richard Dreyfuss y una tropa de actores que pasan sin pena ni gloria.

La intención del director Robert Luketic, conocido por chick-flicks como Legalmente Rubia y La Cruda Verdad, era mostrar una intriga de espionaje industrial en plena era de la tecnología aderezada con una hipócrita crítica a la industria corporativa que ha puesto en aprietos a la juventud americana, parecía que había madurado con una cinta como 21: Blackjack, pero a la hora de ver la cinta podemos corroborar, que su intento no pasa de ser algo que solo las chicas de la generación Cyrus podrán apreciar.

Hemsworth interpreta a Sam Cassidy, un inventor maleducado y mal encarado que en un momento de ira hace un pequeño robo contra la empresa que lo despidió y pronto su empresa lo chantajea y lo pone a atacar a la otra compañía, el resto se cuenta sólo, entre una asistente que parece que en sus ratos libres escribe para Men´s Health y un patético chalán (Julian McMahon uno de los protagonistas de Nip/Tuck) que juega a ser el ojo de Saurón detrás de los movimientos de Sam.

 

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«Gary, si esto fuera Avión Presidencial, no dudaría en tirar a Liam del avión»

Además está Amber Heard, una ejecutiva dizque muy luchona, pero con pocas expresiones y que, en la mejor escena que pudo dar, la cámara lo echa a perder todo. Claro, no falta el clásico nerd, su contraparte femenina, el padre que se no le queda otra más que callarse (¿Richard Dreyfuss?, ¿tan bajo ha caído?) y mucha, pero mucha tecnología.

No sé realmente cual fue la intención de que dos actores tan bien establecidos como Ford y Oldman (reunidos nuevamente tras Avión Presidencial) estuvieran en una cinta tan mediocre, que sus personajes estuvieran tan, pero tan opacos, que ni metiendo todo su talento logran salvar la cinta que, como comenté, gira y gira y gira en Hemsworth, que, es en efecto, la única cosa que la generación Cyrus apreciaría (eso hasta hace unos días por cierto) y, ¿qué es lo que hace Hemsworth en toda la cinta?

Realmente no me vendió su papel, para todo esbozaba una sonrisa o posaba como galán (o se quitaba la camisa o se ponía a correr), pero vamos, otros actores «caritas» han sabido vender sus papeles, Hemsworth no lo vende en nada y si la cinta gira alrededor de él, entonces es muy lamentable la experiencia.

Lo único que parece rescatable es el uso de la tecnología, que, lamentablemente ya hemos visto en otras historias como Enemigo Público o la trilogía Bourne, el rollo respecto a cierta tecnología que cae en una subtrama pudo haber sido la chilena que hubiera rescatado el partido, pero ni eso evita que les diga que Paranoia, el título original de la cinta, apenas merece ser apreciada para un domingo por la tarde en la tele.

Calificación: 5