En los últimos años ha sido complicado encontrar una película mexicana que realmente pueda dejar satisfecha a una audiencia que no está conforme con ver comedias con tonos telenoveleros, una fórmula eficaz en muchas audiencias, más no en todas. Y en los últimos meses, salvo cintas como La Región Salvaje o Sueño en Otro Idioma, las opciones eran realmente reducidas.

En todo caso, una de estas pocas opciones es una propuesta que es bastante interesante, Los Adioses, la segunda producción de Natalia Beristáin como directora (No Quiero Dormir Sola) y que tiene las actuaciones de Karina Gidi (Tercera Llamada), Tessa Ia (Después de Lucía), Daniel Giménez Cacho (Solo con tu Pareja) y Pedro de Tavira (En la Sangre), entre otros actores.

Los Adioses relata una recreación de la vida de la escritora Rosario Castellanos, justo desde el momento en que se reencuentra con un amor del pasado, Ricardo Guerra. Pronto comenzaremos a explorar la vida de la escritora y activista chiapaneca, en medio de fragmentos de su obra y su labor como profesora, escritora y feminista.

Karina Gidi y Daniel Giménez Cacho protagonizan esta película.

Hay algo que debe llamarnos la atención en Los Adioses, que lo muestra el primer fotograma de la cinta y que se confirma con la trama. La cinta no es una biopic como tal, sino una versión que toma eventos reales y agrega elementos ficticios, lo cual invita a la audiencia a que no esté siguiendo letra por letra la vida de la escritora. Por el contrario, la forma en que se describe la historia parece resumir los eventos más importantes de la vida de Castellanos, desde sus estudios universitarios y sus primeros contactos con Guerra (interpretados por Tessa Ia y Pedro de Tavira), hasta sus años como maestra en la Universidad Nacional Autónoma de México y activista feminista (Karina Gidi y Daniel Giménez Cacho).

No obstante, no es una narrativa lineal, es una combinación de eventos que ocurren en tiempo real, con la inserción oportuna de flashbacks y con montajes a eventos que parecen ser consecuencia de algún pensamiento del pasado y el reflejo de dicho pasado optimista en lúgubres líneas que podemos leer en la librería de la escritora mexicana.

El desarrollo de la historia nos muestra el conflicto personal que tuvo Rosario con su marido Guerra, un conflicto en donde el feminismo, representado en Rosario, se enfrentaba al machismo de la época, encarnado en Guerra. Un conflicto que estaba causando agitación en esa época y que tuvo reflejo en años posteriores. Uno que ponía en cuestión a la feminista en su duelo contra el sexo masculino, uno que cuestionaba también si el macho mexicano estaba siempre equivocado o algunas veces tenía la razón. Un duelo de ajedrez donde el amor, el mayor fundamento de la relación de una pareja, se termina sacrificando en la lucha por los ideales de ambos bandos.

Tessa Ia y Pedro de Tavira interpretan a sus contrapartes jóvenes.

Y la forma en que Beristáin nos muestra esta historia es lo que nos mantiene con el interés de continuar con esta historia, de no preocuparnos por la continuidad de los eventos, de seguir tan solo esta línea narrativa y, de vez en cuando, regresar al pasado,  y confirmar lo que nuestro personaje principal piensa.

De ahí que tenemos una producción que contendió por los Arieles y, aunque se fue solamente con un premio, lo tiene más que merecido.

Es cierto, en esta película quienes deben brillar son las actrices que representan a Rosario Castellanos y si bien, la actuación de Tessa Ia como la joven Rosario es efectiva, lo que hace Karina Gidi es formidable, en un personaje que va desde el optimismo y la inocencia de reencontrar el amor perdido hasta la desolación que su lucha feminista le deja en consecuencia. Una actriz que, si bien, no logra representar físicamente a la escritora adecuadamente, sabe reflejar bien el sufrimiento interno de la escritora en la cuestión histriónica, para darnos una actuación memorable.

Karina Gidi nos lleva a través de la época en la que Rosario Castellanos daba clases en la UNAM y escribía artículos y libros.

Evidentemente, el protagonista debe funcionar si el antagonista sabe hacer su trabajo y es algo que Daniel Giménez Cacho logra bastante bien y que le valió mucho su nominación al Ariel. Esa representación del vivaracho, pero machísimo filósofo de la UNAM es una excelente manera de lograr un antagonismo evidente, pero comprensible que la cinta necesita para funcionar. Es triste que no se le dio más tiempo a la versión joven de De Tavira para cuajar más en la receta.

El trabajo de producción es bastante efectivo en darnos buenas recreaciones de la vida a finales de la década de los sesenta, tanto en la Ciudad de México como en Chiapas. Hay algunas escenas que recrean épocas aún anteriores, lo cual fuerza a un vestuario más exigente y propio de la región chiapaneca. Si bien, la cinta excede un poco de glamour en la forma de mostrar a sus personajes, logra dar un retrato bastante creíble del pasado de nuestro país.

Tessa Ia a la época de sus estudios universitarios y su primer amor.

De la fotografía es interesante ver como Daniela Ludlow sabe retratar los diferentes momentos de la historia, donde hay luz y mucho blanco cuando hay escenas románticas y como se van oscureciendo las tomas de cama conforme vemos la evolución de la relación, donde no necesariamente tienen que estar dos, por cualquier razón que imaginen, hasta el punto de sumergirnos en tonos oscuros y tristes.

Así en conjunto tenemos una película que, pese a su paso efímero en las salas mexicanas, nos demuestra que existen todavía muchas razones por las cuales debemos darle seguimiento al cine mexicano, no al comercial que las distribuidoras nos pretenden vender, sino a ese cine independiente que todavía ama con experimentar cosas nuevas, como la de sacar esta cinta del contexto del biopic y darnos en cambio una experiencia dramática bien fundamentada.

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