La bella y la bestia es una adaptación más del cuento clásico de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, que intenta rescatar la originalidad del mismo en la pantalla grande, alejándose de la versión animada y tergiversada de Disney -con candelabros, teteras y relojes parlantes-, y con una estética relativamente cercana a su tiempo. Nos llega de la mano de Christophe Gans, quien asimismo la dirige, eligiendo un reparto bastante sólido para su ejecución. Director de obras como Crying Freeman, adaptación al cine del manga japonés, así como Silent Hill, Necronomicón y El Pacto de los Lobos, su influyente estilo es garantía suficiente para visitar las salas de cine y disfrutar de una buena obra.

La historia se sitúa a inicios del siglo XIX cuando, después del naufragio de sus tres barcos —Tritón, Sirena y Leviatán—, un comerciante se ve obligado a exiliarse en el campo junto con sus seis hijos, tres varones y tres mujeres. Entre ellas, se encuentra Bella (Léa Seydoux), la más joven y también la más alegre, tenaz e inteligente. Los problemas del comerciante aumentan cuando una vez perdido en el bosque, da con un extraño castillo, en el que pasa la noche. Sorprendido por encontrar en éste todo el cargamento que había perdido, se retira agradecido al día siguiente. Pero comete un error, y la Bestia (Vincent Cassel) que reina en el castillo, le condena a muerte por haber robado una rosa, y sólo le da el tiempo suficiente para despedirse de su familia y regresar, o matará a todos ellos.

Bella, conociendo la envidia de sus hermanas, decide sacrificarse en lugar de su padre. Empero, no encuentra la muerte, sino una vida que combina momentos de alegría con otros de melancolía, magia y tristeza. La Bella y la Bestia se reúnen todas las noches a la hora de la cena. Mientras ella trata de desentrañar los misterios que rodean a la Bestia, pronto comienza a descubrir trozos de su trágica historia y que fue un apuesto príncipe, que ha caído víctima de una maldición.

La nueva adaptación de Christophe Gans, aunque es mucho más cercana al cuento de Beaumont, peca de pretenciosa por el exceso de uso de efectos especiales e imágenes creadas por computadora. Si bien es cierto que la fantasía que nos plantea nutre a un cuento que es bastante simple y corto (14 cuartillas), deja de lado el aspecto más importante del mismo: la relación de la Bella y la Bestia.

En el cuento original, ambos pasan juntos tres meses, tiempo en el que ella se da cuenta que se ha enamorado de un ser que, a pesar de su fealdad e ignorancia, demuestra ser mucho más virtuoso, lleno de carácter y deseos de agradar que los muchos hombres que la hubieron pretendido en el pasado. En esta versión, es difícil decir cuánto tiempo ha pasado desde el momento en que llega al castillo hasta que se retira, con el permiso de la Bestia, para ver a su padre por última vez. Personalmente, sentí una frialdad excesiva por parte de Bella, quien antes de su partida ya debería sentir un entrañable afecto por su captor. Algo así como el Síndrome de Estocolmo, antes de que se le diera el nombre…

A pesar de las obvias diferencias con el cuento clásico, propias de toda adaptación, conserva el espíritu del mismo. Habría deseado, sin embargo, que Bella manifestase más frecuentemente su interés por la Bestia, que fuera más cercana a él que a las extrañas criaturas que poblaban el castillo, y que los efectos especiales y las historias paralelas hubieran obtenido una presencia menos acentuada o, incluso, hubiesen sido omitidas del todo. La parte fantástica que nos relata el nacimiento de la Bestia es, sin embargo, formidable, y mucho más rica que la de Beaumont.

Concluyendo, esta adaptación puede llegar a ser del gusto de la gente de todas las edades. No tiene la magia de la versión animada de Disney, y sí, está impresa de una fantasía más propia de los cuentos clásicos. En ningún momento, la Bestia deja de conocer su pasado, y busca en la Bella su redención, aunque sabe que es muy posible que no la encuentre. Ella, en cambio, nos muestra muy poco interés, y aunque posiblemente ha pasado mucho tiempo antes de su retorno a casa de su padre, no he sentido que sea así. Sus hermanas, aunque le siguen demostrando una insidiosa envidia, no obtienen el castigo que sí reciben en el cuento. En algunos aspectos, ha ganado calidad, y en otros, ha perdido contenido. Ha sido un buen ejercicio, sin embargo, y creo que vale la pena verla, aunque yo esperaría a que pasara en tu sistema de TV de paga. Le doy un 7.