CREED: Corazón De Campeón, que nos llega de manos de Ryan Coogler (Fruitvale Station, Locks), prometía muy poco desde el principio. Sabíamos que era una historia que continuaría de alguna forma la saga de Rocky, que algo tenía que ver con uno de los hijos de Apollo Creed, pero sabíamos muy poco de la construcción de los personajes y la forma en que se desenvolvería la trama. Así que fue una sorpresa cuando nos enteramos en enero que Sylvester Stallone había ganado el Golden Globe a mejor actor de reparto. Algo debía tener CREED: Corazón De Campeón para convertirse en una de las cintas más exitosas de la temporada, y precisamente a mí me tocó atestiguarlo.

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La premisa de CREED: Corazón De Campeón es bastante sencilla: Adonis «Donnie» Johnson (Michael B. Jordan), hijo ilegítimo de Apollo Creed, desea hacer carrera dentro del mundo del boxeo. Luego de buscar quién quisiera entrenarlo, llega al restaurante de Rocky Balboa (Sylvester Stallone) para pedirle que se convierta en su entrenador. Pasa algún tiempo antes de convencerlo, pero lo logra, y desde ese momento su relación comienza a volverse más cercana, al grado de considerarse familiares. Este acercamiento no sólo le beneficia a Adonis, sino que comienza a traer asimismo las discusiones que suelen surgir en el seno de una familia, despertando sentimientos ocultos y deseos insatisfechos. Es aquí donde vemos que la verdadera lucha no se encuentra en el ring, sino fuera de éste.

La película inicia con un flashback que nos muestra el entorno en el que tuvo que vivir Donnie durante su niñez, luego de la muerte de sus padres. Desde entonces se percibía que había heredado el espíritu combativo de Apollo, de quien no guardaba ningún recuerdo pues había muerto antes de su nacimiento. Sin embargo, un alma caritativa que muchos no esperamos, llega a socorrerlo a integrarlo al espacio que merece por ser un Creed. Este personaje crece admirando a su padre e intentando ser, a la vez, el orgullo de su madre adoptiva. Empero, pronto se ve en la necesidad de perseguir su sueño: ser un gran boxeador.

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Entre los talentos más importantes, además de los personajes principales ya antes mencionados, tenemos a Tessa Thompson, que interpreta a Bianca, la chica de la que se enamora Adonis, y que -hasta cierto punto- se puede considerar un tanto irrelevante, porque si la historia no hubiera tenido a esta chica, de cualquier forma se habría seguido contando. En cambio, Phylicia Rashad, que hace el papel de Mary Anne Creed, se siente mucho más necesario para comprender las motivaciones de Donnie y su batalla interna. Pero el personaje más valioso, fuera de la dupla inicialmente mencionada, es ‘Pretty’ Ricky Conlan (Tony Bellew), el boxeador al que se deberá enfrentar Donnie para demostrar que no es un «falso Creed», sino el digno sucesor de su padre. Esa pelea final es, sin duda, una de las mejor filmadas en la historia más reciente del cine y que nos recuerda el excelente manejo de cámaras y elección de ángulos desarrollado por Bill Butler en Rocky IV, ahora repetido y perfeccionado por Maryse Alberti.

De Michael B. Jordan puedo mencionar que hizo un trabajo suficiente, nada fuera de lo normal, hasta que llegamos a esa pelea final, donde se entrega por completo para darle la mayor veracidad al encuentro pugilístico. También es bastante veraz el sufrimiento que demuestra al enterarse del pequeño secreto de su entrenador y que lo enfrenta a sus miedos interiores. En cuanto a Sylvester Stallone, todos sabemos que es Rocky. Tiene más que estudiado ese personaje, lo conoce y lo siente. Puede interpretarlo con una maestría estupenda, incluso en esta nueva etapa, en la que debe mostrarse avejentado y decaído. Sin embargo, este Rocky habría hecho sentir orgulloso a su propio entrenador, Mickey, entonces interpretado por Burgess Meredith.

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En cuanto a los aspectos técnicos, CREED: Corazón De Campeón no es una cinta que necesite excederse, sino más bien ser precisa en los ambientes que propone. Los espacios, la construcción escenográfica, incluso esa última escena que parece un pase de batuta que extendería el ciclo de películas hacia un nuevo héroe. No, no creo que ese sea el caso, sino más bien un cierre de un ciclo en el que el alumno se convierte en el maestro. Es una vuelta al inicio que nos recuerda que nuestra historia personal no termina al envejecer, si dejamos una semilla sembrada para que esta se convierta en un árbol que dé sus propios frutos. Finalmente, en el aspecto musical y sonoro, se realizó un trabajo excelente, a la altura de cualquiera de las entregas de Rocky, con un tema diferente, propio de Adonis Creed.

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