El año pasado vimos en Adiós, Christopher Robin, cómo le fue en su vida a Christopher Robin Milne, el hijo del creador de Winnie the Pooh, A.A. Milne. Una historia que nos hizo ver que no todo fue como en las caricaturas y que sin duda si te deja con una sensación agridulce de ver cómo alguien busca desligarse de algo que lo marcaría de por vida. 

Cuando Disney anunció su propio proyecto sobre Christopher Robin, no sabíamos realmente hacía donde quería ir, no hasta que vimos la primera imagen promocional y nos dimos cuenta que la cinta tomaría el rumbo que el público que ha visto todas las películas y series del Winnie Pooh que Disney ha creado y desarrollado: simplemente ver a Pooh cubierto por un sombrero y sosteniendo un paraguas era todo lo que necesitábamos para adivinar hacia donde iría ese proyecto. 

Ahora en los cines tenemos por fin Christopher Robin: Un Reencuentro Inolvidable, que es dirigida por Marc Forster (Finding Neverland) y que cuenta con las actuaciones de Ewan McGregor, Hayley Atwell, Bronte Carmichael y Mark Gatiss, además de las voces de Jim Cummings, Brad Garret, Nick Mohammed, Peter Capaldi, Sophie Okonedo y Toby Jones entre otros actores. Y cabe mencionar que vimos la versión en inglés por lo cual no evaluaremos el doblaje. 

 

Es bueno encontrarte con un amigo de la infancia, pero, ¿como lidiar con alguien que se supone esta en tu imaginación?

En esta cinta vemos al Christopher Robin del libro y la serie animada completamente crecido, sin el apellido Milne (de hecho su apellido aqui es Robin), casado, con una hija y con su cuerpo y mente completamente inmerso en un trabajo que parece odiar, lo que le ha llevado a un conflicto con su familia, quien lo siente desatento a sus obligaciones como padre y esposo. Un día aparece sin explicación Winnie Pooh, su viejo amigo de la infancia pidiéndole ayuda para encontrar a sus amigos perdidos en el Bosque de los Cien Acres  y pronto esa vida que está a punto de sucumbir por la rutina hace contacto con los recuerdos de su pasado. 

Cuando supe que el director era Marc Foster, estaba más que claro que debía preparar mis pañuelos, pues Forster quien supo brindarnos una lacrimógena experiencia con Finding Neverland y la triste historia detrás de la creación de Peter Pan, estaría más que listo para explorar un problema de crisis de los 40, que de pronto también me hizo pensar en otra cinta que vi recientemente, Tully, la cual aborda también esta temática de las crisis que pasamos los adultos, aunque con un entorno más realista. 

Y en ambos casos quedarás conmovido, la historia de Robin (en contraste a Tully que termina encontrando a la mujer libre que solía ser) es básicamente la búsqueda personal de un adulto en crisis de su niño interior, el cual se refleja en el oso Pooh, un personaje que, pese al paso de los años, sigue siendo un amigo fiel, inocente y que es capaz de perdonar todos los errores de su mejor amigo. De un personaje que, en medio de su aparente ignorancia del mundo, parece saber más de lo que uno cree. El retrato del Pooh inocente e ingenuo es el perfecto contraste al adulto estresado y con mil cosas en la cabeza que McGregor retrata durante buena parte de la película, de un personaje que Forster sabe elaborar perfectamente desde el inicio de la película para buscar la confrontación perfecta entre el adulto y el niño interior. 

 

Todos los habitantes del Bosque de los Cien Acres están de vuelta

El ritmo de la cinta es interesante, pues las primeras escenas se montan como uno de los libros de Milne y de pronto frena un poco, pero cuando parece que caerá en el aburrimiento es cuando la magia ocurre y sabe mantener un ritmo bueno, el cual se pierde un poco con un final que parece un tanto acelerado pero divertido. 

Si, puede ser que el retrato de Pooh animado por computadora luzca un tanto tosco, pero es entonces cuando nos debemos dar cuenta que no estamos viendo al personaje animado de Disney sino a una versión que mezcla lo que hemos visto en pantalla y el osito de peluche que inspiró a A.A. Milne a escribir sus libros. Que el retrato de los demás personajes del Bosque de los Cien Acres tratan de ser fieles a ambos lados y que incluso Buho y Conejo son más unos animales reales (como el libro lo sugiere) que muñecos de peluche parlantes. 

Pero eso no significa que se alejan por completo de su retrato que Disney les hizo, cada uno de los personajes siguen mostrando esos perfiles psicológicos con los que tanto los hemos relacionado al grado de que uno podría aplaudir la perfección con la que retratan a Eeyore (el burro solito merece una película), que uno desearía ver más escenas de Piglet y hasta perdonas el color tan amarillo de Tigger cuando lo ves rebotar y cantar en la película. 

 

Cuando has crecido lo suficiente para darte cuenta que el mejor personae es Igor

Los personajes humanos son un contraste, mientras Ewan McGregor da una de las mejores actuaciones de su carrera, en donde toma elementos teatrales para ver la transformación de un hombre en crisis a alguien que empieza a encontrar soluciones y la paz interior al hacer contacto con su niño interno y que incluso nos da uno de los momentos más lacrimógenos del año, el resto del elenco es contrastante, con una Hayley Atwell que cumple la tarea, con un Mark Gatiss que es odioso como el jefe de Robin y una camada de actores que interpretan a los empleados de Robin que nos dan varios momentos cómicos que nos dejan sonriendo. 

El problema está en los niños actores, especialmente con Bronte Carmichael, es triste ver que una niña no le meta un poco más de emoción. Es cierto, el perfil del personaje no parece ser tan abierto, pero ¿realmente tiene que comportarse tan adulta para intentar empatizar con los personajes de la cinta? Si bien sus interacciones con McGregor y Atweel son buenas, se nota muy sobreactuada en cierto punto de la cinta. Y el caso de Orto O´Brien, quien interpreta a Christopher Robin de niño, hasta parece que solo lo seleccionaron por su parecido a McGregor y que no parece haber tenido un osito de peluche con quien interactuar. 

Es interesante ver el trabajo de las cámaras en esta película, especialmente cuando vemos cómo el director busca querernos poner en las patitas de Pooh y ver con sus propios ojos la percepción del mundo en el que vive y su brusco paso al mundo real, de ver ese contraste en la dirección de arte cuando vemos por primera vez el Bosque de los Cien Acres y después regresamos a él e incluso las alucinantes escenas que ocurren dentro de este bosque en algún punto de la historia. 

 

Pero para el autor, el mejor siempre será el Buho

La banda sonora, que hace guiños a las películas originales, donde es inevitable sentir que el corazón se derrite al oír el viejo tema de Winnie Pooh o brincar de entusiasmo con el tema de Tigger, se adereza con música nueva que ayuda a mantener el interés por algunas escenas, aunque no logra trascender en favor de estos viejos temas. 

Si, es complicado pensar, dadas las distintas temáticas y ambientaciones, saber si Winnie Pooh le ganó el duelo a Paddington como el mejor oso del cine este año y hasta la comparación es injusta. En todo caso, todos los que crecimos viendo a Pooh en el cine o en la tele tenemos que ver esta película, ya sea para mostrarle a nuestros hijos las lecciones de vida que el osito bobito puede darles a ellos o simplemente para dejar que la nostalgia nos gane, el corazón se derrita al ver esta cinta, dulce como la miel y, salir con una sonrisa de satisfacción. 

 

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